laberintos: febrero 2011

lunes, 14 de febrero de 2011

Afiche del estreno (28/01/2011)

"Laberintos" (reseña)

“En cuanto a los problemas, todas las vidas terminan pareciéndose. Es en la solución de los problemas que las vidas empiezan a ser distintas”.

Todos los caminos conducen a Roma, dice un viejo refrán. ¿Qué pasaría si un hombre termina atrapado, perdido en una plaza llamada justamente Roma? El hombre se fue de su casa, dando un portazo, agobiado por los problemas cotidianos, y luego de vagar sin rumbo, desemboca en esa plaza. Después, cuando intenta irse, ya no puede: cualquier camino que tome lo trae indefectiblemente de vuelta a este misterioso lugar. Así comienza “Laberintos”, una historia cuya trama llevará al Hombre Perdido a conectarse con otros tres personajes (el Viejo, la Reina y el señor Vivot) quienes, cada uno a su modo, le irán aportando elementos, muchas veces en clave, para que intente descifrar los motivos por los cuales ha desembocado en esta situación absurda y angustiante a la vez. El Viejo, que también está atrapado allí desde antes, se aboca a encontrar una salida estudiando los extraños laberintos que arman las cerámicas, supuestamente decorativas, en una de las mesitas de la plaza. Quiere comprender, para luego actuar en consonancia. La Reina es una prostituta que el Hombre Perdido conoce en la plaza y lo lleva a un hotel cercano a pasar la noche. Este hotel está regenteado por el señor Vivot, quien también llegó a este lugar alguna vez y tampoco pudo irse. A diferencia del Viejo, Vivot aceptó la situación, amoldándose de un modo conformista. La Reina tiene como rol conectar ambos espacios, la plaza y el hotel, donde se desarrolla la acción. Entre ambos espacios simbólicos se va a tejer el dilema del Hombre Perdido. Drama existencial, con fuerte carga simbólica y a la vez anclado en experiencias cotidianas, “Laberintos” nos pone frente a la encrucijada que toda vida plantea y a las alternativas para afrontarla.